lunes, 9 de mayo de 2011

RESISTIENDO A LOS DARDOS DE SATANÁS


(a).-Desánimo
Él desánimo nunca viene ni vendrá de Dios... ¡Recuérdalo¡ Dios es el autor de la fe y de la esperanza que nunca nos desilusionará Dios nos disciplina cuando lo necesitamos, pero nunca nos afligirá con desánimo (St.3:17). Él desánimo nunca se menciona como “la sabiduría que viene de lo alto”, ni tampoco es fruto del Espíritu Santo.
Debemos aprender a rechazar el desánimo inmediatamente y resistir todos los pensamientos relacionados a él. Debemos resistir... porque seremos controlados y dirigidos por nuestros pensamientos. (Sal.27:13-14).
(b).-Confusión
Recordemos que “Dios no es el autor de confusión” (1Cor.14:33) y lo que te está atacando no proviene de Él. Dentro de muchos ejércitos militares, lo primero que se les enseña a los soldados es saber cómo tratar con la confusión. Casi no existen batallas donde no haya confusión; nada saldrá siempre como se planeó y lo mismo sucede en la dimensión espiritual. El soldado disciplinado que ha comprendido este aspecto de la guerra aprende a usar a la confusión para su propia ventaja. No permitirá que aumente su desánimo, sino que comenzará a anticiparlo buscando una oportunidad para ganar ventaja sobre su enemigo. Debemos esperar y aprender que la confusión forma parte de nuestras batallas y no debemos dejar sentirnos afectados o sorprendidos por ella.
Nuestra decisión firme de PARARNOS Y PÉLEAR disipará rápidamente este Ataque (Ef.6:11-13).
(c).- Depresión
Dios le dio a Caín el mejor remedio para la depresión (Gen.4:6-7). Por causa de que la depresión es usualmente el resultado de permitir desánimo y confusión por alejarnos de nuestra diaria disciplina de leer la Biblia y nuestro tiempo devocional con Dios, el remedio será volvernos a Él con todo nuestro corazón.
(d).-Pérdida de visión
Este ataque también podemos convertirlo a nuestra ventaja y usarlo como una oportunidad. Cuando comiences a perder tu visión, dedícate a fortalecerla y afirmarla.
(e).- Apartamiento
En la resiente Guerra del Golfo Pérsico, la mayor parte de los heridos fueron las reservas o los civiles. El lugar más seguro para estar en guerra era el frente de la batalla.
Esto ha sido también la verdad, la guerra espiritual. En frente de la batalla no puedes pedirle al enemigo que detenga la guerra porque te duela la cabeza o porque quieras tomarte un descansito. En el frente tú conoces los peligros y nunca bajarás la guarda. Todo cristiano está en el frente de batalla, le guste o no le guste. Es cuando comenzamos a considerarnos "civiles" y no soldados, cuando nos volvemos vulnerable al ataque enemigo. Tampoco formamos parte de las "reservas". Existen ocasiones en la guerra cuando se necesitan tomar retiradas estratégicas. Existen momentos cuando estamos demasiado cansados por nuestra entrega a la obra de Dios y necesitamos continuamente volver a "cargar nuestras baterías". Pero esto serán excepciones y no las reglas.
Cuando nos apartamos por las anteriores circunstancias, debemos arrepentirnos y volver a la batalla. Existe una diferencia entre apartarse y detenerse para arrepentirse. Apartarse trae consigo la derrota; detenerse para arrepentirse es sólo un tiempo de ajuste que nos preparará para victorias futuras (I Cor. 15:57; Rom. 8:37; 2 Cor. 2:14).
(f).- Desesperación
La primera cosa que dijo Dios acerca del varón al principio de la creación fue que: "No es bueno que esté solo" (Gen. 2:18). Somos criaturas sociales y cuando nos apartamos del compañerismo de la iglesia, caeremos en la desesperanza y desesperación. Es en este momento cuando debemos regresar al Señor, a los hermanos y a la iglesia (Ap. 2:4-5).

 Eduardo Santos
A los pies de Cristo
Honduras

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